Teniendo como eje central la frase del impulsor de esta terapia, Edward Bach, que dice “que no importa la enfermedad, sino el paciente”, las autoras recalcan la importancia de comprender cuando los niños sufren cambios en su conducta. En ese momento, los adultos deben prestarles tanta atención como si se tratara de una neumonía.
¿En qué casos puede ser beneficiosa la terapia floral?
Cuando el niño ha perdido su armonía emocional, cuando su ánimo ha decaído, cuando ha sufrido un quiebre emocional (reciente o no) o cuando no puede expresar lo que le sucede. En trastornos del desarrollo, inmadurez o dificultad para concentrarse. También frente a problemas para dormir, falta de apetito, problemas de autorregulación del temperamento, impulsividad, cuadros angustiosos o de ansiedad. Puede ser muy beneficiosa, además, en chicos del espectro autista para ayudarlos a sobrellevar el estrés.
¿Desde qué edad se puede aplicar?
Desde el mismo momento en que se asoma al mundo. Así, tan pequeñitos, reciben las esencias florales a través de la leche materna y/o en masajes.